Otra vez, no podía ser, volví a recaer, volví amar y no trajo buenas consecuencias, volví amar sin ser amado y esto trajo a la tristeza, recorrí los escabrosos mundos de la nicotina y a ella me enganche, ella no me rechazaba, siempre que me encontraba solo recurría a ella sustituyéndote como siempre lo hiciste tú, en estos casos nunca fui iluso, nunca fui supersticioso, nunca hubiera pasando que esta droga pudiera acabar con mi vida, pero lo hizo, al terminar de fumarme el penúltimo pitillo que había en la caja mi corazón dejó de latir, sentí como una daga lo atravesó de principio a fin. Estoy muerto, me han matado, una palabra era suficiente para derrotarme, para hundirme, para dejarme muerto, para dejar de sentirme vivo, me encuentro en el infierno ya que el cielo no acepta a solitarios, una palabra era suficiente y por mis oídos ha entrado y llegado hasta mi corazón hasta dejarme inconsciente. Y el diablo me recibió con la mayor de sus sonrisas y me ofreció un pitillo, lo paso por su ardiente cola y este ardió, conversamos y le conté el modo por el cual había llegado aquí, el sonrió y dijo, te lo advertí, sorprendido contesté, ¿Cómo que me advertiste?, el asintió y dijo, ¿Ves esta caja de cigarrillos? Es la última caja de cigarrillos que usaste, ¿Viste lo que ponía en su portada? Negué con la cabeza, amablemente me la enseño y al verla me di cuenta de todo.

“AMAR PUEDE MATAR”

Alejandro García, Morir por amor

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Podría ser...

Comparaciones que intentan ser odiosas o diosas que intentan comparar.